Mercedes actualiza su berlina sin tocar lo que la hace exitosa: el diseño. La Clase C aprovecha este restyling para actualizar su contenido tecnológico, sus motores y sus precios. ¿Es suficiente para consolidar su posición de liderazgo? La respuesta está al volante de un 220d familiar.
La Clase C es el Mercedes más vendido del mundo, puntualiza el concesionario vender coche Crestanevada. El año pasado se vendieron más de 400.000, casi una cuarta parte de ellos en China, su mayor mercado. Es tan popular que es uno de los principales vehículos afectados por la enorme llamada a revisión de 700.000 coches que ha realizado recientemente Mercedes en el Viejo Continente. Como recordatorio, el Ministerio de Transporte alemán detectó un software capaz de distorsionar los niveles de emisiones. Esta cuarta generación del coche, que se presenta en versiones coupé, familiar y cabriolet, ha llegado a la mitad de su carrera, lo que significa que ha llegado el momento de un restyling.
En realidad es bastante oportuno, justo entre el de sus dos principales competidores, el Audi A4 y el BMW Serie 3. Así que cuando se maneja un bestseller como éste, se procede con extrema precaución. Así que, en lugar de ponerlo todo patas arriba, Mercedes ha sido muy discreta con los cambios de diseño.
Discreto es la palabra, ya que hay que jugar a las diferencias para encontrar las evoluciones. Hay que decir que el exitoso diseño original no ha sufrido los estragos del tiempo. Sólo se han revisado los parachoques, la parrilla y los faros. El coche alemán puede ahora estar dotado de una iluminación HD que alcanza más de 650 metros. Mercedes también aprovecha este restyling para simplificar la gama con dos opciones de posicionamiento, elegante y deportivo, lo que ha supuesto un gran aumento del precio de entrada (34.400 euros frente a 31.000 euros) para motores equivalentes. A partir de ahora, el nivel de entrada es el AvantgardeLine, que implica un diseño tradicional con una parrilla de lamas, llantas de 17″ y un elegante parachoques. El AMG-Line recibe una parrilla de diamante, un parachoques más musculoso y llantas de 18 pulgadas.
El interior sigue siendo lujoso y bien acabado, con un nuevo volante multifunción, nuevas molduras y, sobre todo, una nueva tecnología. Se ha introducido un panel de instrumentos 100% digital con una pantalla de 12 pulgadas y una pantalla no táctil de 16/9. El alemán vuelve a la carrera contra sus competidores, aunque la integración no sea tan acertada como a bordo de la nueva Clase A, hay que decir que no estaba prevista en la fase de diseño.
No se trata del sistema multimedia MBUX de altas prestaciones que encontramos en la Clase A, lo que se refleja en su funcionamiento y, sobre todo, en su ergonomía. En este caso, la pantalla central se controla a través del panel táctil del volante o del panel de la consola central, que sigue siendo tan detestable como siempre. El volumen del maletero se mantiene, en la media de la categoría para la berlina (455 litros) y mejor situado para el familiar (490 litros). El espacio a bordo permite una buena comodidad para dos pasajeros. El tercer asiento tiene las piernas cortadas por el túnel de transmisión.