Durante años, la organización manufacturera típica se construyó para reducir el riesgo de sus operaciones y escalar de forma incremental, de ahí la línea de producción móvil. Las empresas podían crecer simplemente fabricando versiones ligeramente mejores de los productos existentes, y en mayor cantidad. Las empresas se han acostumbrado a este modelo tradicional de lo que significa ser una organización, pero ya no vivimos en ese mundo incremental y, acelerada por la pandemia, la tecnología ha cambiado el ritmo de cambio de incremental a exponencial.
Los fabricantes ya no pueden permitirse el lujo de programar y ejecutar los planes de producción en función de sus propios plazos. Cada vez más, tienen que responder con rapidez y flexibilidad para cambiar las configuraciones de los productos (la demanda de «personalización masiva»), lo que exige modificar los calendarios y las rutas a medida que cambian las demandas de los clientes con poca antelación. Para ello, los fabricantes deben estudiar cómo puede ayudarles la gestión de las operaciones de fabricación.
Cómo están cambiando las operaciones de fabricación
La globalización, y más recientemente la pandemia, han cambiado el modo de operar de los fabricantes. La mayor conectividad a través de Internet ha acortado el ciclo previsto de entrega de los productos y ha permitido la entrada de nuevos competidores en el mercado. Los clientes esperan tener más poder de decisión sobre cómo y cuándo reciben los productos. Para seguir siendo competitivos, es fundamental que los fabricantes reduzcan sus plazos de entrega para responder a las demandas de los consumidores y ofrecer productos de alta calidad que les permitan distinguirse de sus competidores. Según un estudio de Aberdeen,
las dos principales presiones para mejorar la gestión de las operaciones son el tiempo de comercialización (50%) y la demanda de los consumidores (49%). En esta época de mayor consumismo, los clientes consumen lo que está disponible y no esperan a completar su compra. En pocas palabras, si no está en la estantería, se pierde el trato.
El consumismo también está sometiendo a los fabricantes a una importante presión para reducir los costes de producción, lo que requerirá una mayor eficiencia operativa. Según Aberdeen, el 45% de los fabricantes consideraba que los costes operativos eran demasiado elevados y el 55% informaba de que había demasiadas ineficiencias operativas (por ejemplo, residuos, retrasos, retrabajo). Además, aumentaba la presión para mejorar la toma de decisiones en tiempo real en todas las operaciones.
Las fábricas están respondiendo a estos retos pasando de jerarquías rígidas y aisladas a sistemas de fabricación flexibles y conectados. Sin embargo, se necesitan soluciones tecnológicas de fabricación avanzadas para apoyar este cambio.
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