¿Tiene que ser siempre «premium»? ¿Pueden los productores supuestamente mejores seguir aportando su valor añadido al producto? Por desgracia, de momento parece que no pueden. O bien los coches «baratos» se están poniendo muy al día, o bien los fabricantes premium simplemente están flojeando. Será una mezcla de ambas, pero probablemente con una fuerte tendencia hacia la última afirmación, porque a los grandes siempre se les ha dado bien dormirse en los laureles. El Mazda6 -tercera generación- es uno de esos candidatos que nadie espera que sea «tan bueno». Aunque sea un poco de la vieja escuela, el japonés no muestra ninguna debilidad y deja muchas dudas sobre los fabricantes premium. ¿Estás buscando y no sabes dónde comprar un coche de ocasión? En el concesionario de coches de segunda mano Crestanevada podrás encontrar el coche de segunda mano de tus sueños al mejor precio online.
La diferencia con los caros station wagon se nota nada más entrar. Las puertas son mucho más ligeras y, por tanto, parece que apenas están aisladas. Pero más tarde, en autopista, resulta estar lejos de ello: aparte del habitual ruido del viento, no hay nada que moleste. Incluso el motor apenas penetra en el interior. La excepción es cuando el motor arranca en frío: sube hasta 1.700 rpm en parado para que el motor alcance la temperatura. Se nota un balanceo de la carrocería, también llamado malestar, pero desaparece a los 30 segundos. Hay que desembolsar 35.890 euros, independientemente de si se trata de un familiar o una berlina con el motor diésel Skyactiv de 2,2 litros y 175 CV. La transmisión automática de 6 velocidades que se monta aquí cuesta 1.900 euros más, y es sin duda demasiado lenta en los cambios de marcha para una conducción deportiva, pero un buen aliado para los conductores de largas distancias. En el modo de conducción, todos los cambios de marcha son sensatos y rápidos, sin tirones exagerados ni nada parecido, como lo conocemos de los primeros tiempos.
Los extras con coste adicional incluyen pintura en rojo rubí, control de crucero adaptativo, sistema de navegación TomTom y tapicería de cuero en color «blanco roto», que no es precisamente la primera opción. Eso suma 2.700 euros, lo que eleva el precio total a 40.490 euros. Con un competidor comparable de Wolfsburg, estamos rápidamente más de 3.000 euros por encima, sin llenar más la lista de recargos con extras comparables. ¿Qué ocurre cuando entramos en el supuesto sector premium: hay realmente más por el dinero? Nada traquetea en el Mazda6, no hay ningún lugar donde abrirse con los bordes afilados, los extras funcionan de forma fiable. Todos estos son puntos en los que ya me he sentido decepcionado en modelos de alto precio.
El diseño es llamativamente diferente, llantas de 19 pulgadas a pesar de los neumáticos de invierno, que no todos ofrecen. Los coches de gama alta se parecen cada vez más entre sí, así que estoy pidiendo a gritos algo fresco, algo que sea diferente. Y ahí es exactamente donde ataca el Mazda6. Una vez más, el frontal recuerda al Mazda3 o pronto al nuevo Mazda2, pero en el sector, estos modelos son bastante exclusivos. Es cierto que el motor diésel de 2191 cc no parece estar a la altura de los tiempos, otros pueden vivir con un buen tercio menos de cilindrada. No obstante, el motor cumple la estricta norma de emisiones EU6 y logra un consumo estándar combinado de 4,9 l/100 km. En la vida real, la cifra es significativamente superior, algo más de siete litros. Con autopista libre, mucho entretenimiento y asientos calefactados, tampoco estamos ya dentro de la gama estándar. Un gran punto a favor, si no el mayor, es la estabilidad en línea recta, que en mi opinión es enormemente importante en un coche de este diseño para largas distancias. No importa si en curvas rápidas basta con una suave intervención de la dirección sin correcciones o si el coche japonés flota sobre la autopista a 200 km/h: no se mueve ni a la izquierda ni a la derecha, ¡simplemente circula por donde debe!
Al transmitir ondas de radio con una frecuencia de 75 GHz, el sensor de radar detecta la distancia con ayuda de las ondas de radar reflejadas. A partir de ahí, el tiempo de las ondas de radar, incluyendo la transmisión y el retorno, se utiliza para calcular la velocidad relativa.
Conclusión sobre el Mazda6 Estate
Extremadamente mucho (honesto) coche por un precio aceptable, lo que Mazda ofrece aquí. Tiene pequeños defectos, como el sistema de distancia que no siempre reacciona con rapidez -a veces las cámaras sólo se dan cuenta muy tarde de que un vehículo que va delante está girando y el ancla se suelta de todos modos-, pero prevalece una sensación positiva. No haber gastado mucho dinero y, sin embargo, tener una presencia presentable en la puerta. Sin duda, un Mercedes transmite más prestigio, pero si puedes prescindir de él, te compras un Dacia… o un Mazda, porque un poco de confort y seguridad nunca vienen mal frente a la barata filial de Renault.