Las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas (EII, Enfermedad Inflamatoria Intestinal) incluyen la enfermedad de Crohn y la rectocolitis ulcerosa. En los últimos 30 años, la prevalencia mundial de la EII ha aumentado un 85%, y el número de enfermos en todo el mundo ronda los 7 millones. Se calcula que en España unas 250.000 personas padecen actualmente estas enfermedades. La EII afecta con algo más de frecuencia a las mujeres que a los hombres, y el inicio clínico suele producirse entre los 15 y los 45 años de edad.
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Causas y factores de riesgo
Las EII son enfermedades con una génesis «multifactorial» que aún se conoce sólo parcialmente. La hipótesis patogénica predominante es la de una reacción inmunológica anormal del intestino a los antígenos (por ejemplo, las bacterias que componen la microbiota intestinal). Este desequilibrio inmunológico puede deberse a una interacción alterada entre factores genéticos propios del individuo y factores ambientales, estos últimos aún no bien identificados.
Se sabe que las EII presentan cierta «familiaridad», es decir, una tendencia a aparecer con mayor frecuencia en los familiares de las personas afectadas, pero no son enfermedades hereditarias en sentido estricto. Hasta la fecha, se han identificado mutaciones en más de 240 loci génicos asociadas al riesgo de desarrollar EII, enfermedad de Crohn o rectocolitis ulcerosa.
Entre los diversos factores ambientales estudiados figura el tabaquismo que, curiosamente, predispone a la enfermedad de Crohn pero parece ser protector contra la rectocolitis ulcerosa.
Las situaciones de malestar psicológico (como la ansiedad y la depresión) también pueden estar implicadas en las patologías del colon.
Cómo se manifiestan y con qué complicaciones
Tanto la enfermedad de Crohn como la rectocolitis ulcerosa son enfermedades de curso crónico recidivante, que se presentan con periodos de latencia alternados con fases de exacerbación.
Los síntomas de ambas enfermedades son diferentes:
- En la enfermedad de Crohn, los síntomas iniciales más frecuentes son la diarrea, también nocturna, y el dolor abdominal, especialmente localizado en la parte inferior derecha del abdomen.
- En cambio, la rectocolitis ulcerosa se presenta casi siempre con diarrea sanguinolenta (con sangre roja brillante y moco mezclado con las heces), también nocturna, asociada a tenesmo rectal y urgencia defecatoria.
Ambas enfermedades pueden alternar periodos de latencia y fases de reagudización de la inflamación. Cuando la inflamación intestinal se recrudece, también pueden aparecer síntomas sistémicos como fiebre, adelgazamiento, fatiga profunda y falta de apetito. Con el tiempo, la enfermedad de Crohn puede complicarse con la formación de estenosis (estrechamiento de la luz del tracto intestinal afectado hasta el punto de obstrucción intestinal), fístulas (comunicación entre el intestino y la piel, o entre órganos abdominales y pélvicos) o abscesos. Estas complicaciones suelen requerir cirugía.
Por otro lado, las complicaciones típicas de la rectocolitis ulcerosa, que ahora son más raras gracias a las terapias médicas disponibles, son el megacolon tóxico (cuadro agudo de dilatación del colon, que requiere cirugía) y el desarrollo de cáncer en la mucosa del colon crónicamente inflamada.
En algo menos de la mitad de los casos también puede haber manifestaciones inmunomediadas extraintestinales, como inflamación articular (por ejemplo, espondiloartritis), cutánea (por ejemplo, eritema nodoso, pioderma gangrenoso, estomatitis aftosa, psoriasis), ocular (por ejemplo, epiescleritis, escleritis, uveítis, iritis), hepática (por ejemplo, colangitis esclerosante primaria).
Diagnóstico
Los exámenes instrumentales que ayudan a un diagnóstico rápido y correcto de la enfermedad inflamatoria intestinal crónica son:
- colonoscopia con visualización retrógrada del íleon y biopsias múltiples
- definición del cuadro anatomopatológico de las biopsias intestinales mediante examen histológico
- ecografía abdominal e intestinal, enterorresis (entero-RM) o entero-TC (entero-TC)
- análisis de sangre y heces.
Tratamientos
La EII requiere terapia médica y un seguimiento clínico constante. El objetivo de la terapia médica es inducir la remisión de la enfermedad y mantener a los pacientes libres de reagudizaciones.
En las formas no complicadas, la terapia médica se basa en el uso de fármacos como la mesalazina, los corticosteroides, los inmunosupresores (por ejemplo, azatioprina/6-mercaptopurina, metotrexato), algunos antibióticos y fármacos biológicos como los anticuerpos que bloquean el factor de necrosis tumoral alfa (TNFa), las anti-integrinas y las anti-interleucinas. Recientemente, también se dispone de pequeñas moléculas orales que bloquean selectivamente determinadas vías de inflamación (anti-Janus quinasa – anti-JAK) o bloquean determinados linfocitos dentro de los ganglios linfáticos, impidiendo que migren a las zonas inflamadas del intestino (moduladores del receptor S1P).
El fracaso de la terapia médica y la aparición de complicaciones pueden conducir a la terapia quirúrgica (como, por ejemplo, en el caso de la estenosis intestinal).