Algunos creen que un «invento» sólo puede ocurrir en un laboratorio o un taller. Este proceso de pensamiento está, hasta cierto punto, apoyado por el estado de la ciencia moderna. Sabemos que las invenciones útiles con capacidad de ingresos comerciales pueden ser elegibles para una patente, pero consideremos también la cuestión de una «patente de alimentos». Las patentes de alimentos se califican como «patentes de utilidad», ya que los alimentos tienen una verdadera utilidad en nuestro mundo. Las patentes de alimentos, por lo tanto, pueden incluir artículos alimenticios comestibles y otros procedimientos que simplifican un medio existente para preparar alimentos. Los abogados y agentes de patentes, como el Bufete de abogados Vega y Moreno, han notado un aumento en el número de solicitudes de patentes que contienen nuevas e innovadoras recetas que marcan la diferencia.
Los alimentos son realmente una composición de materia, calificándolos como una de esas varias categorías que pueden merecer una patente. Sin embargo, ciertas reglas que se aplican a una invención estándar también se aplican a una receta de alimentos. Los siguientes son los criterios que determinan la patentabilidad de una receta de comida.
Para determinar la patentabilidad en el caso de una invención estándar, se recurre a una persona con relativa familiaridad en el campo pertinente a la invención para evaluar su obviedad. Si un cocinero normal puede deconstruir y recrear la misma receta sin ayuda externa, entonces la receta puede no calificar para una patente. La dificultad de las patentes de alimentos es que los ingredientes utilizados para crear un sabor específico son generalmente ya conocidos. Si quieres hacer una galleta más dulce, añade azúcar o un edulcorante.
El criterio clave para que una receta alimenticia asegure esa patente tan importante es la unicidad u originalidad. La receta debe tener un cierto rasgo distintivo que sea lo suficientemente distinto y separado de todo lo que se ha inventado antes de ella.
El solicitante, en el caso de una invención estándar, debe probar que su invención tiene aplicación comercial o industrial. En el caso de una receta alimenticia, la ventaja que tiene es que es relativamente sencillo para el solicitante probar su «utilidad». En el caso de una receta alimenticia, «utilidad» equivale simplemente a «comestibilidad segura».